Cuando me quito el sombrero
gorro, kepí, al
vuelo,
hay de quitarme
quiero
por el respeto que inspira.
Nos quitamos la ropa prestos
por alcanzar almohada,
un frugal abrazo que nos dimos
antes de emprender el paso a
paso.
Me desplazo al costado
o me quito de en medio
las gafas a medida para andar distraído
de amores de calle.
Para no verte tanto
Para no verte siempre
ya en ninguna noche,
me quité la máscara frente al espejo
de las melancolías grotescas
de intersección de conjuntos
viciados, nulos,
enamorado
de la misma muerte no sé cuando
ni cómo se dio, pero es algo
a lo que no se le puede quitar nada.
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