A los momentos de los bosques
de la libertad, le suceden
la fiebre de la construcción
La población entregada
enteramente al aire que la penetra.
No se puede alcanzar
la dicha de los pueblos
en el primer intento.
La luna vino a la tierra,
a la calle conmigo en sus manos,
con sus tenues rayos reflejos
como el eco de tus pasos
devueltos por la mañana,
el hombre la ve ¿ves?
El hombre la está viendo.
El que tiene oídos para oír
los oye, definiendo el camino,
para no dejar el calzado
en la profundidad de la huella,
puede que percibir a corazón sensato
sea tan ridículo como el colibrí,
para las emociones están,
las agendas sin lugar para ellos,
los hábitat jardines de hierro.
Apocalípticas movilizaciones
de una catástrofe,
pueda que tenga asidero
que al virus, como es solo información,
no se le pueda dar muerte,
que la guerra contra el narcotráfico
está perdida, claro de ese modo
hay menos humanos con capacidad
de ver en otros algo emocionante,
hay que demorar lo que se pueda
en perder la alienación,
la estupidez y la bondad nunca se llevaron,
le di un puntapié al dos mil catorce,
a los voluntarios del cuerpo de paz
les dan su mesada por cajeros automáticos,
con los hilos que tengo tejo, lo que tejo,
a lo que no se puede quitar
un ayer que es todavía.
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