Tiernos brotes del mar
sobre su cabeza,
la niña de savia no llegó andando
por defecto estaba allí fluyendo
trepando el mar a paso lento
oleaje, oleaje, múltiple reflejo de agua,
permanece viendo nuestras vidas abiertas
líquido de pecho descubierto
presto, aplicado,
zambulléndose en el océano
salado y seco.
Su mirada tiene sed
de media tarde de verano
y retiene el último mes del año,
el subir, bajar, el ir y venir,
el reventar de la roca pálida,
su mirada de raíz de olivo
muere y nace en un destello,
sabe que el oleaje antiguo
pega en la roca igual que el nuevo
olas, sonidos, lapso, agua,
quisiera saber si nos hallamos
o somos su ilusión.
Oleo de Viviana Kupman
Este blog es de poesía que me pertenece en su totalidad y comparto gratuitamente con todos los amantes de las letras
miércoles, 2 de diciembre de 2015
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