martes, 2 de febrero de 2016

Besos cúanticos


Lo admirable 
de un beso
es que germina 
antes de serlo,
cuando es, 
sólo el amor
lo interpreta, 
traduce,
aclara 
en una pura mirada,
manantial 
de agua fresca
y nada hay 
que los frene,
uno tras otro 
se levantan
vivificando 
el alma.

El beso 
me pone en la tierra
con labios y energía,
me sepulta y libera,
quema y enfría
hace de la piel 
poesía,
del sabor 
aventura
con olor 
nómada.

Lo asombroso 
del beso
es que no se apaga,
resplandor 
que prosigue
arrancando 
a los sentidos
sentido, 
al magnetismo
orientación, 
al misterio
evidencia, 
a la ciencia
inocencia, 
al jardín manzanas
de todos los colores,
desde los más 
íntimos,
silenciosos 
como el centro
de la galaxia,
hasta los que dejan 
rastro
con perfil 
de godecias.

Puede 
que algunos besos
duelan 
y dilapiden 
la esencia,
otros 
que se subasten,
y aquellos que salven,
que sepan 
a chocolate
palomita de maíz
o a la raiz 
de la muerte.

Mis beso 
son como el aire
despeinan,  
renuevan,
mecen 
la copa de los árboles, 
y a cada instante 
se descubren,
indómitos, 
exentos,
nunca sé 
como serán 
los siguientes, 
mis besos
no tiene edad 
ni lugar
y creo firmemente
que son cúanticos.





  




 


 






   


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