viernes, 26 de agosto de 2016

Dieciocho grados centígrados


Dieciocho grados centígrados,
arcilla y sangre,
a veces la luz
es sólamente la luz
que muerdo con entusiasmo,
admito regularmente
su tenacidad,
sus partes desgastadas
por la brisa,
su conciencia y su apremio
de conocer es tan enérgico
que desciende hasta mi corazón
a explorarlo,
él es deshora y sin borde,
mirlo ciego volando 
hacia mis brazos, 
quiebra la sintaxis de mi piel 
sobre el césped
con estrellas titilantes 
como el rocío del firmamento,  
tic, tac, tic, tac,
incluyo, 
ella hila
el viento que esparce,
recorro con los mismos dedos
que pintaron la tarde de quietud
la callocidad en las manos abiertas,
la vida es una amplia lección de docilidad,
los ojos vierten perfume 
de fruta equilatera,
probaré tu dulce de guayaba,
bajo el cielo donde revoloteamos todos
escucho la hebra que vibra
y acomoda mi interior.
















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