viernes, 21 de julio de 2017

Huesos púrpuras



Mujer tu nombre es el amor,
rosa de fuego
en la noche gélida de los andes,
mi necesidad un cuerpo 
que descubre sus misterios, 
eres previa a mí y a todas las verdades,
en ti halla soporte el universo
y la chirimoya dulcifica, 
necesito la prolongación de tu voz
hasta la médula de mi alma,
lapso oscuro que cae en el alba
e incendia esta cuota de marcha,
me disuelvo sin ruido
en el fondo de mi corazón
para hacer un óleo con tu rastro,
tienes los ojos castaños
y la luz del sol
bajo las canciones de las tórtolas madrugadoras,
amanece, si, lo que emerge del polvo y persiste.
El invierno se abate amarillo
extenuado, confuso.
Implacablemente resurjo y también
explota capullo invencible, melodía intemperie,
tu guía es el presagio,
arbusto mineral, matiz pulcro del campo,
carpelo de tu propia conciencia,
reciclas mi vocablo inútil,
lengua, músculo depurador
garganta en mano al color la poesía,
de bondad resplandece tu rostro
pura suavidad encarnada, 
el sabor de la paz crea aves,
aves que picotean la piel de mi rumbo,
tu talle conduce mis ojos
y la gracia de beber en ti 
agua matinal que al temblor mitiga,
oh boca ígnea averíguame 
en tus papilas, llanura, cielo, agua, 
inquietud azul firmamento,
oh amor, soy la felicidad 
de saberme siervo de la libertad
desde mis huesos púrpuras
hasta el rocío de tus manos.















  
 

 





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